Un frigorífico combi de libre instalación es el más habitual en nuestros hogares ya que no dependen de muebles alrededor ni de una instalación compleja para funcionar. Tiene la ventaja de ser mucho más flexible: puedes ubicarlo donde quieras siempre que tenga un enchufe cerca y algo de espacio para ventilar. Además, suelen ofrecer más capacidad interior, ya que no están condicionados por las medidas estándar de los muebles.
También encontrarás una variedad enorme de estilos y acabados: desde los clásicos inox o blancos, hasta modelos retro o americanos de gran tamaño. Otro punto a favor es que son más asequibles y fáciles de colocar: lo compras, lo enchufas y listo.
Por otro lado, el frigorífico combi integrable juega en otra liga: su punto fuerte es la estética. Al ir oculto tras una puerta de mobiliario, queda totalmente camuflado y se integra con el resto de la cocina, algo muy valorado en proyectos de diseño minimalistas o de gama alta. También resulta más silencioso al oído, porque el mueble que lo recubre amortigua parte del ruido.
Suelen ser un poco más costosos debido a sus necesidades de instalación.